Imagínese…él
Señor Jesús es un árbol, y cada una de nosotras somos una rama de ese
árbol. Sin esta unión a la Fuente de la
Vida, ¿cómo podemos estar bien?
Cuantas veces
nosotras vemos ramas secas de árbol tiradas por el piso, completamente sin
vida…una rama seca no puede producir fruto si no está unida al árbol. Por esa unión, a través de las raíces, toma el alimento de la tierra,
la savia de la Vida, que es distribuida para las ramas. Por eso que una rama, separada del árbol, no
consigue mantenerse por sí misma, y se va secando hasta morir y no sirve para
nada más.
En cuanto
permanece unida a la vid, que es el Señor Jesús, Él permanece en nosotros, y
así tenemos vida y producimos frutos (del Espíritu Santo). Separados de Él no podemos ni somos nada.
Dios espera que cada uno de nosotros produzcamos frutos, sin embargo eso
no es siempre tan fácil. Por ejemplo:
Por más que la persona intente tener amor a su próximo, ser mansa, tener
dominio propio…ella fracasará si no está en Jesús. Cuando la persona está unida a la Vid, no es necesaria
ninguna fuerza para que los frutos se produzcan, porque ellos surgen
naturalmente en su vida.
¿Ya observó un
naranjo exprimiéndose para producir una naranja? (ja ja) Claro que no, porque este es el fruto natural
de él. Los frutos del Espíritu Santo son
una consecuencia natural de nuestra comunión con Dios. No puede un árbol bueno producir frutos malos
o viceversa. Ambas pueden recibir el
mismo fertilizante, luz, agua, y los mismos cuidados…pero cada una dará frutos
diferentes de acuerdo con sus características.
Muchos están
convencidos que Jesús es el Camino, pero no están convertidos a Él, por lo que
han producido frutos de la carne, aunque tengan muchos años en la Iglesia. Estos frutos de la carne han apartado a mucho
de Dios, causando un vacio, es decir el pecado ha sido la grasa que bloquea las
arterias que llevan la sangre de vida al corazón de Dios, que hace que la persona se desanime y
debilitarse espiritualmente.
Por eso, es
necesario que cada una reflexione si está viviendo por lo que siente o por la
Fe.
Cuando estamos
unidos a la Vid, nuestra felicidad no varía de un momento a otro (no vine y
va), pero es una felicidad constante que fluye dentro de nosotros. Usted también tiene condiciones de dar frutos
de manera natural. Estemos unidas a la
Vid.