Señora Graci, en todos los años que tengo en la IURD, yo nunca vi algo igual a lo que ahora está aconteciendo en este propósito del ayuno de Daniel.
Es como dice en Isaías 66:10-11:
“Alegraos con Jerusalén, gozaos con ella todos los que la amáis; llenaos de gozo con ella todos los que os enlutáis por ella, para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones, para que bebáis y os deleitéis con la plenitud de su gloria.”
Jerusalén es la iglesia del Señor Jesús. En estos últimos días, todos los que pertenecen a ella, desde los niños hasta los más viejos, se han regocijado y alegrado por ella. Todos los que aman, luchan, lloran y gimen por la obra de Dios, se están regocijando en este movimiento pentecostal universal, que está haciendo resurgir a la iglesia primitiva. Estamos amamantándonos y saciándonos con esta fuente, que nunca estuvimos tan llenos como ahora.
“Pues así dice el Señor: He aquí que yo extiendo sobre ella la paz como un río y las riquezas de las naciones como un torrente que se desborda; y mamaréis, en los brazos seréis traídos y sobre las rodillas seréis mimados.”
¡Todos los que creen están siendo amamantados y reconfortados en esta fuente!
“Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén recibiréis consuelo.”
A todos los que tuvieron la tristeza de perder a un ser amado como yo, que perdí a mi dulce madre, esa es una promesa gloriosa, y mi ser se llena de gozo al leer este versículo, pues es exactamente lo que está aconteciendo, el Espíritu Consolador está siendo derramado y toda la iglesia está siendo consolada.
“Lo veréis y se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos reverdecerán como la hierba. La mano del Señor para con sus siervos se dará a conocer y se enojará contra sus enemigos.”
Escuchar relatos de obreros que están siendo avivados, de personas antiguas de la iglesia que finalmente están naciendo de nuevo, de personas fuera de la iglesia que están deseando el Espíritu Santo más que nada, de aquellos que son nuevos en la fe pero que ya están bebiendo de ese espíritu, hasta los niños están siendo bautizados con el Espíritu Santo. ¡Realmente mi corazón se regocija al ver todo esto!
Ana Beatriz Christo Aleixo