Zaqueo fue recibido por Jesús. Todos los que estaban cerca del árbol donde Zaqueo había subido, esperaban que Jesús le reclamará por todas sus estafas. Sin embargo, Jesús se convida a comer en su casa.
Nosotros no merecemos el perdón ni la presencia de Dios. Pero cuando nos acercamos delante de Él de manera sincera, Él nos acoge. La Biblia cita una invitación personal de Jesús para todos nosotros, semejante a lo que Él hizo con Zaqueo: “Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo.” (Apocalipsis 3:20).
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