¿Que no puede ser un cargo en nuestras vidas, siendo siervas de Dios?
Por increíble que parezca es ser ¡ama de casa!
Hoy vemos a tantas mujeres que quieren servir a Dios en las funciones; son mujeres que hacen mil y una cosa, pero no saben ser amas de casa, muchas llegan hasta hacer caras cuando se refieren al asunto, pues basta con contratar a alguien que haga estos oficios y así tendrán más tiempo de hacer muchas más cosas supuestamente útiles.
Pero las siervas del Altar piensan, ¿Cierto? Entonces vamos a pensar porque no puede ser un peso ser ama de casa siendo sierva.
Porque una sierva del Altar tiene celo por otros siervos y siervas. Cuando ella es ama de casa, siempre esta lista no solamente para salvar almas, ella está lista para mucho más, puede hacerse cargo de la casa de Dios con cariño y también cuidar de la alimentación de los siervos cuando se necesita y de su familia.
Muchas veces en la iglesia al conversar con siervas bien arregladas, uñas y maquillaje bien hecho, tan lindas y queridas, hablando muy bien de las cosas de Dios, les pregunte: ¿Saben cocinar? ¿Saben lavar ropa? ¿Saben cómo cuidar de una casa? Y antes de que me respondieran, me miraban con cara de algo muy desagradable y respondían riéndose: Sabemos fritar un huevo y nada más. Es increíble escuchar a mucha gente diciendo que tiene muchas cosas por hacer, que tiene muchas responsabilidades y por eso no tienen tiempo de cocinar, ¿la verdad? Cuando escucho esto, me pregunto entonces si no tienen tiempo para cocinar alimentos saludables para ellas y hasta para sus esposos, entonces, ¿cómo se mantendrán por lo menos de pie?
Yo no entre en la obra de Dios sabiendo mucho acerca de ser una ama de casa, sino como obrera, porque más que trabajaba fuera, siempre buscaba aprender con las obreras y miembros más maduras como ser ama de casa. A veces me agarraban por sorpresa para ayudar a hacer el almuerzo para las personas que salían a evangelizar, a menudo ayudaba a planchar las toallas de la Santa Cena, preparaba café para la reunión de obreras y tan solo tenía 15 años.
Voy a ser bien sincera con ustedes y lo hago para su bien; hoy en día veo muchos siervos y siervas enfermos en el Altar y en el atrio y ¿sabe por qué? Muchas siervas no saben cocinar, no saben cuidar de sus esposos y prefieren pagar a otros para que lo hagan, o simplemente prefieren comer afuera con la disculpa: ¡Ah, pero no tengo tiempo!, por lo tanto, como ellas no tienen ese cuidado de ama de casa, de cuidar de su alimentación y de la alimentación de su familia, se enferman; he conocido siervos(as) de 25 años ¡enfermos!, mire a su alrededor y vea si no es así.
No quiero decir que está mal en que usted contrate a alguien para hacer eso, pero necesitamos por lo menos saber ser una ama de casa, cuidar de nosotras, de nuestras familias y del hogar, no dejar que todo se vuelva normal.
Con cada día que pasa vemos mucha personas que sirven a Dios, haciendo, haciendo, haciendo, pero llegara el momento que el cuerpo físico, el templo del Espíritu Santo ¡no aguantara más! Una vez invirtiendo en el aprendizaje de cuidarse, de preparar una comida casera y saludable, el cuidado de su hogar con amor, usted tendrá más fuerzas para salvar vidas, podrá ser una sierva hospitalaria y no necesitara depender del trabajo de los demás para mantener al día su alimentación, sus cosas y etc.
¡Hoy ser ama de casa está en extinción!
Todo es un complemento en la obra de Dios, de que sirve cuidar de su casa y no de nosotros y nuestro hogar, si se aman las almas también se ama querer estar bien para cuidarlas; pienso que existe un sentimiento egoísta al pensar que las funciones del altar no involucran las funciones del hogar, y también que hay una pizca de pereza porque no es que no haya tiempo es que no lo queremos sacar para aprender. Mi casa es en medida lo que yo soy en amor para los que en ella habitan, quien no ama no cuida!
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