terça-feira, 21 de agosto de 2012

Fruto: Alegría - 7mo. Día


La alegría como fruto del Espíritu Santo es muy diferente a la alegría provocada por el mundo. Ella no necesita ser provocada por bromas, borrachera o algo semejante y no tiene duración limitada. La alegría que viene del Espíritu Santo es poderosa, brota dentro de lo infinito de nuestro corazón y permanece eternamente.

La alegría es el resultado natural de nuestra salvación, la manifestación exterior de un bienestar íntimo. “Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.” (Salmo 126:5).

Quien es lleno del Espíritu Santo rebasa de alegría a pesar de enfrentar persecuciones y dificultades.

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