Dios es amor. Para que podamos entender el sentido real del Amor es imprescindible que conozcamos a Dios, y para eso, la primera cosa a hacer es aceptar a Su máxima expresión de amor por nosotros, o sea, Su Hijo Jesucristo (Juan 3:16).
A partir de la aceptación de ese amor divino, comenzamos a observar la grandeza, la amplitud y la extensión de lo que representa éste fruto: El Amor.
Este amor del que hablo no pierde la paciencia; busca ser constructivo. No es envidioso, no busca impresionar, ni alimenta ideas exageradas acerca de su propia importancia. El amor tiene buenas maneras y no busca los propios intereses. No es iracundo. No repara en el mal ni se alegra con la flaqueza del prójimo. Por el contrario, se alegra con los buenos, cuando prevalece la verdad. El amor no tiene límites en aquello que aguanta, es infinito en su confianza y su esperanza no se marchita. Es realmente la única cosa que perdura cuando todo se acaba. El amor nunca desanima, sin embargo soporta todo con fe, esperanza y paciencia (1Corintios 13:1-8,13).
El amor que viene de Dios es dar sin esperar recibir y sólo quien tiene es que puede entender, por eso yo suelo decir que los frutos del Espíritu Santo son súper poderes dentro de nosotros. Éste es un amor que debemos cultivar en nuestros corazones, permitiendo que fluya de nuestras vidas hacia otras, éste es el verdadero amor, no se confunde con la pasión.
El Reino de Dios solo puede existir en la base del profundo y puro amor y, solo puede brotar en aquellos que aman a Dios sobre todas las cosas, sólo se puede amar a Dios sobre todas las cosas si poseemos el Espíritu de Dios dentro de nosotros y, eso sucede cuando consideramos al Señor Jesús como único Señor y Salvador personal.
La belleza del fruto del Espíritu está en que él es como un racimo de uvas. Son muchas las partes pero forman un solo fruto. Mire un bello racimo de uvas cada baya es agradable, suculento y perfecto. De la misma forma, en el amor encontramos paciencia, bondad, mansedumbre, amabilidad, benignidad, autocontrol, fe; cada virtud es parte del fruto, y cada uno forma todo.
Obs: Me gustaría saber, si éste estudio del Libro del Ob. Macedo aquí en el blog le han ayudado a usted en éstos 21 días :-)
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