La hospitalidad
es una virtud que debe ser practicada por todos los que desean agradar a Dios. En
el diccionario la palabra “Hospitalidad” es buena acogida, amor a los extraños,
ella es semejante a la palabra hospital, hotel (donde reciben personas extrañas).
Ser
hospitalaria es recibir y tratar a las personas bien. Podemos ser hospitalarias
en nuestra casa, en nuestra iglesia, en nuestra escuela, en nuestro auto, en
nuestro trabajo, etc. Sepa que es ejercitar el amor al prójimo y cumplir la
regla de oro dada por el Señor Jesús: “Así que, todas
las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced
vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.” (Mateo 7:12).
Para quien
quiere servir a Dios es una de las virtudes que un siervo necesita tener,
principalmente quien quiere servir en el Altar.
Hoy en día
muchos han sido individualistas y se cierran en ellos mismos; eso infelizmente
ha matado ésta bella virtud en la vida de muchos. La hospitalidad ha sido algo
raro hoy en día. Personas que muestran frialdad y falta de consideración para
con el prójimo. Transportan su egoísmo, falta de consideración y falta de amor,
pues tienen todas las condiciones de practicar la hospitalidad y no lo hacen.
Nosotras
como siervas de Dios, como cristianas, como obreras y hasta nosotras que
servimos en el Altar necesitamos ser hospitalarias con las personas, cuando
llegan en la iglesia, recepcionarlas como si fuesen el Señor Jesús (esa actitud
tiene que ser natural), nosotras somos la carta de visita (de la forma en que
nos comportamos mostramos o no al Señor Jesús), una vez entendiendo eso y
practicando, tendremos una referencia mayor para traer personas hacia Dios,
ahora, cuando no somos hospitalarias, podemos hasta truncar los planes de Dios
con aquellas personas que llegaron a la iglesia y no fueron recepcionadas con
hospitalidad.
Hay
personas que reciben tan bien, cuidan con tanto cariño y amor, que llega hasta
calentar el corazón del huésped aunque no lo conozca. Estas personas practican
la hospitalidad, y esto, es una virtud
admirable en sus vidas, que muestra la presencia viva de Dios y un amor que
habla alto al corazón de las personas.
Tengo
certeza que usted también conoce esos dos tipos de personas y sabe la
diferencia que la hospitalidad hace. Nosotras debemos hacer de la hospitalidad una
práctica en nuestras vidas. Ya oí decir a personas que no vuelven a
determinados lugares por causa de la forma fría en que fueron tratadas. Infelizmente
tenemos muchas en nuestro medio que no son hospitalarias, y eso es una pérdida
para el reino de Dios. No sea una más.
Creo que
un buen comienzo sería lidiar con las personas con mayor buen humor, con una
sonrisa en los labios, con educación, con respeto, tratándolas como nos
gustaría que nos traten.
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