sexta-feira, 21 de junho de 2013

Madurez


“Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina… sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo.”(Efesios 4:14-15)
Meditando en ese versículo hoy, detuve todo lo que estaba haciendo y me puse a pensar sobre lo que está sucediendo conmigo. Hay veces que queremos actuar con nuestras propias fuerzas en cosas tan pequeñas, que no vale la pena, en mi caso, yo respiro profundo (por mi mente pasa la voluntad de actuar, reclamar, etc.) pero pienso y pido misericordia a Dios y sigo adelante, al hacer eso comienzo a ver en el futuro, si yo hubiese tomado una actitud en aquel exacto momento, todo hubiera salido mal.
Con el pasar del tiempo, he aprendido a esperar el momento correcto para resolver cada situación, y resolver primero con Dios. ¡La respuesta es cierta! ¿Y cómo entiendo la hora correcta? Cuando dejo de lado lo que siento en el momento, y entrego todos esos sentimientos en la mano de Dios. Nosotros seres humanos somos muy ansiosos, queremos resolver las cosas para ayer. Si todo fuese tan rápido y fácil de resolverse no ganaríamos madurez.

El tiempo nos hace adquirir madurez, y para adquirirla necesitamos entregar todas nuestras ansiedades en las manos de Dios, y no es fácil, porque es nuestra naturaleza humana, por eso es doloroso tener que entregar pero no es imposible cuando queremos agradar a Dios, para mí la madurez es como unos lentes de medida para ver lejos, para mirar el futuro, para mirar hacia adelante aquella situación que vemos ahora que muchas veces da ganas de jalarnos el cabello, pero cuando en el recorrer de nuestro camino vamos adquiriendo madurez, tenemos la capacidad de lidiar con nuestros problemas y con los de los demás.

¿A quién le gusta comer frutas verdes en el árbol? Es muy bueno comer una fruta madura, en el debido momento, ¿no es así? De la misma forma, Dios también posee un plan de crecimiento y madurez espiritual para aquellos que deciden (entregan sus ansiedades) hacer Su voluntad.

Dios tiene un objetivo muy bien definido al guiarnos en el proceso de madurez, Él quiere hacernos participantes de su obra “ser fructíferos”.
Pero para que eso suceda, necesitamos de madurez para ser barro en las manos del Alfarero. Dejar de ser niñas en la fe, no aceptar la reprensión de boca para afuera, sino reconocer que necesitamos cambiar, colocarse en el lugar de las personas, dejar de pensar en sí misma y ser en la práctica MISERICORDIOSA.


Piense en eso: ¿Cómo es que se ve que el fruto está maduro? Cuando se cae de la rama.

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