He percibido con los comentarios
de muchas de ustedes, que la mayor dificultad para salir de la casita es lidiar
con las personas y consigo misma. Es mucho más fácil apartarse de alguien que
hizo algo que a usted no le gustó que resolver la situación, es más cómodo
decir para sí misma que usted es así o asá o que usted no es nada, que intentar
hacer diferente. ¿Por qué muchas de nosotras somos así?
Para salir de la casita, salir del
mundito, salir de la zona de comodidad es necesario entender (que entre en la
cabeza), que NADIE es ¡perfecto! Así, como muchas personas le decepcionaron y
aún van a decepcionarle, imagine a cuantas personas usted ya decepcionó y que aún
va a decepcionar?
Y el otro asunto es el YO, ¿para qué
querer ser tan perfecta, querer hacer cosas más allá de su edad, más allá de
sus fuerzas, más allá del tiempo de Dios? ¿para qué querer preocuparse tanto en
impresionar a las personas que están a su alrededor, cuál ha sido su intención
real con todo eso? ¿qué es lo que ha prevalecido en su vida, su voluntad o su
razón?
Lidiar con las personas no es una
tarea fácil, pero una vez que usted aprende (ese aprendizaje nunca termina),
las cosas comienzan a quedar más simples y usted logra amar a las personas, a
pesar que ellas tengan muchos defectos. Yo acostumbro pensar que cuando usted
ve con ojos de amor para usted misma, usted logra ver a las personas de la
misma forma. Y cuando usted ve con ojos de crítica para usted misma, usted ve a
las demás de la misma forma, es un reflejo.
El mandamiento para sábado y domingo será sobre eso, ¿sabe de aquella persona que usted no le tiene paciencia? ¿aquella que usted vive criticándole? ¿aquella que usted desprecia? De su atención para ella, sacrifique su voluntad, saque los ojos y las palabras de perfección y coloque los de misericordia. Imagine si Dios no fuese misericordioso ¿dónde estaríamos?
El mandamiento para sábado y domingo será sobre eso, ¿sabe de aquella persona que usted no le tiene paciencia? ¿aquella que usted vive criticándole? ¿aquella que usted desprecia? De su atención para ella, sacrifique su voluntad, saque los ojos y las palabras de perfección y coloque los de misericordia. Imagine si Dios no fuese misericordioso ¿dónde estaríamos?
¡Medite! Cuando usted deja de
juzgar, de cobrar perfección de su persona y de los demás, usted comienza a
notar cualidades lindas que las personas y usted tiene, ¿y las imperfecciones? Son
tan insignificantes que son dejadas allá en la casita solitaria donde usted un
día vivía.
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